¿Políticas de shock? ¿Si son pertinentes?

Le fustigan al Presidente Macri que aplicó políticas de gradualismo, cuando lo que necesitaba Argentina eran políticas de shock.

Ahora algunos precandidatos abogan por lo mismo, en algunos temas.

Pero uno queda como rumiando…: ¿es posible políticas de shock siempre? Una reforma educativa como la que necesitamos, se hace en tres meses? Una reforma del Estado, se hace en tiempo limitado? Una reforma de la anquilosada legislación laboral, no llevan un tiempo de pensamiento, previo…? Un Instituto de la Productividad por el que bregamos, es de un día para el otro?

Donde no hacen falta políticas de shock, es en algunas medidas que esta gremial viene solicitando de vieja data y que con modificaciones de decreto  (eliminar el decreto sobre ocupaciones), en algún caso legislativas, podrían incentivar la industria de la construcción.

En alguna columna anterior hicimos mención a alguna de ellas, que lo único que harían si se implementaran, sería fomentar el empleo.

El efecto derrame de una obra de construcción diría que no tiene parangón. Porque es un fortalecimiento de una cadena de pequeñas industrias y servicios de todo tipo, que lo único que hacen es fomentar un verdadero círculo virtuoso, donde el impacto es ganar-ganar.

Y el edificio se termina…y sigue su proceso virtuoso. Tributos, mano de obra empleada en aquél,…etc…todo sabido.

Bajar gradualmente el ominoso 4% de los salarios de la obra, que se debe abonar a la Caja de Profesionales Universitarios, es un imperativo moral. ¿Por qué los promotores privados, que vaya que cumplen con sus obligaciones tributarias, DGI, BPS…, tienen este agregado en el aporte unificado de la construcción? No hay respuesta, porque sencillamente se cae en el absurdo.  Ese 4% debería bajar a un 2 (hasta estamos cautos), para luego desaparecer sin más trámite. Requiere modificar una ley, pero el sentido común lo debería hacer posible.

Eliminar el ITP en primera venta, también requiere ley y también tiene sentido común. La mentada “caja” del fisco, no lo ha permitido, según nos reitera recurrentemente el Ministro de Economía, que está de acuerdo en que debe eliminarse (y más aún, cuando se paga en primera venta el IVA). Pero el camino hacia el infierno está empedrado de buenas intenciones…

Eliminar los decretos de la vivienda promovida, 636/14 y 434/17, que han limitado las posibilidades de los promotores de seguir invirtiendo, debería también ser una cuestión de orden. No será con este gobierno, lo tenemos claro, será con el próximo. Ya algún precandidato se ha pronunciado a favor. Nos referimos a los topes de precio tanto en venta como arrendamientos, quitándole potencialidad a una buena ley del 2011, votada por todos los partidos políticos sin restricciones de ningún tipo y que ha sido beneficiosa por el lado que se la mire.

Incentivar el crédito hipotecario no necesita una gran ingeniería. Funciona en el mundo desarrollado, aquí no despega. Qué pasa? No hay cultura del préstamo hipotecario? Los Bancos tienen desmedidas exigencias? Las tasas son altas? Requiere de pensamiento y solución. Mejoraría el sector, notoriamente.

Finalmente y porque escribir largo es tedioso (pero hay más temas), hay que desvincular al extranjero no residente de su país de origen, cuando pide un préstamo para comprar vivienda. Como existe una ligazón, la calificación de un no residente se asimila a la que corresponde al riesgo país del lugar donde reside,  ergo es harto difícil que un potencial comprador argentino o brasileño califique como tomador de crédito. Compete al Banco Central, desentrañar esta madeja.

Esperemos que en el futuro se actúe con otro pragmatismo, viniendo del partido que sea.

Siempre decimos que el diálogo con el gobierno actual ha sido fluido (MEF, MVOTME, MTSS, IMM), esa no ha sido la dificultad. Concreciones (temas mencionados), eso ha faltado…

Aníbal Durán

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¿Políticas de shock? ¿Si son pertinentes?

Le fustigan al Presidente Macri que aplicó políticas de gradualismo, cuando lo que necesitaba Argentina eran políticas de shock.

Ahora algunos precandidatos abogan por lo mismo, en algunos temas.

Pero uno queda como rumiando…: ¿es posible políticas de shock siempre? Una reforma educativa como la que necesitamos, se hace en tres meses? Una reforma del Estado, se hace en tiempo limitado? Una reforma de la anquilosada legislación laboral, no llevan un tiempo de pensamiento, previo…? Un Instituto de la Productividad por el que bregamos, es de un día para el otro?

Donde no hacen falta políticas de shock, es en algunas medidas que esta gremial viene solicitando de vieja data y que con modificaciones de decreto  (eliminar el decreto sobre ocupaciones), en algún caso legislativas, podrían incentivar la industria de la construcción.

En alguna columna anterior hicimos mención a alguna de ellas, que lo único que harían si se implementaran, sería fomentar el empleo.

El efecto derrame de una obra de construcción diría que no tiene parangón. Porque es un fortalecimiento de una cadena de pequeñas industrias y servicios de todo tipo, que lo único que hacen es fomentar un verdadero círculo virtuoso, donde el impacto es ganar-ganar.

Y el edificio se termina…y sigue su proceso virtuoso. Tributos, mano de obra empleada en aquél,…etc…todo sabido.

Bajar gradualmente el ominoso 4% de los salarios de la obra, que se debe abonar a la Caja de Profesionales Universitarios, es un imperativo moral. ¿Por qué los promotores privados, que vaya que cumplen con sus obligaciones tributarias, DGI, BPS…, tienen este agregado en el aporte unificado de la construcción? No hay respuesta, porque sencillamente se cae en el absurdo.  Ese 4% debería bajar a un 2 (hasta estamos cautos), para luego desaparecer sin más trámite. Requiere modificar una ley, pero el sentido común lo debería hacer posible.

Eliminar el ITP en primera venta, también requiere ley y también tiene sentido común. La mentada “caja” del fisco, no lo ha permitido, según nos reitera recurrentemente el Ministro de Economía, que está de acuerdo en que debe eliminarse (y más aún, cuando se paga en primera venta el IVA). Pero el camino hacia el infierno está empedrado de buenas intenciones…

Eliminar los decretos de la vivienda promovida, 636/14 y 434/17, que han limitado las posibilidades de los promotores de seguir invirtiendo, debería también ser una cuestión de orden. No será con este gobierno, lo tenemos claro, será con el próximo. Ya algún precandidato se ha pronunciado a favor. Nos referimos a los topes de precio tanto en venta como arrendamientos, quitándole potencialidad a una buena ley del 2011, votada por todos los partidos políticos sin restricciones de ningún tipo y que ha sido beneficiosa por el lado que se la mire.

Incentivar el crédito hipotecario no necesita una gran ingeniería. Funciona en el mundo desarrollado, aquí no despega. Qué pasa? No hay cultura del préstamo hipotecario? Los Bancos tienen desmedidas exigencias? Las tasas son altas? Requiere de pensamiento y solución. Mejoraría el sector, notoriamente.

Finalmente y porque escribir largo es tedioso (pero hay más temas), hay que desvincular al extranjero no residente de su país de origen, cuando pide un préstamo para comprar vivienda. Como existe una ligazón, la calificación de un no residente se asimila a la que corresponde al riesgo país del lugar donde reside,  ergo es harto difícil que un potencial comprador argentino o brasileño califique como tomador de crédito. Compete al Banco Central, desentrañar esta madeja.

Esperemos que en el futuro se actúe con otro pragmatismo, viniendo del partido que sea.

Siempre decimos que el diálogo con el gobierno actual ha sido fluido (MEF, MVOTME, MTSS, IMM), esa no ha sido la dificultad. Concreciones (temas mencionados), eso ha faltado…

Aníbal Durán

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