¿Qué tiene la madera para ser tan atractiva para los edificios del futuro?

Cada vez hay más iniciativas de edificios –incluidos rascacielos– que utilizan como materia prima la madera, un material de construcción que aun siendo tan antiguo como la humanidad misma, todavía tiene algunas ventajas en el mundo moderno. 

Las nuevas técnicas de materiales son capaces de combinar la madera natural con aluminio y diversos tipos de fibras, proporcionándole tanta resistencia como el acero –y a prueba de incendios. Pero además de eso encaja con otras necesidades actuales.

Entre las peculiaridades que se suelen citar sobre la conveniencia de la madera, las principales son medioambientales: es un material sostenible, renovable y reciclable. Puede ser una buena opción cuando se trata de realizar un trabajo “con emisiones de carbón cero”, de modo que sea lo más neutral posible con el medio ambiente –en contraposición con otros materiales que suponen emisiones de CO2 al medio ambiente durante su procesamiento. Según un estudio de la universidad de Yale, los edificios así construidos podrían reducir la huella de carbono de la industria de la construcción por lo menos un 30 por ciento.

Si hace unos meses hablábamos por aquí del edificio de madera más alto de Barcelona, de cinco alturas –donde además la madera proporciona un buen ahorro energético– en otros lugares han ido más allá. En 2012, por ejemplo, se construía en Melbourne (Australia) un bloque residencial de 10 plantas, que en aquel momento era el más alto del mundo de este tipo. Le siguieron otros de 14 y 18 plantas –auténticos rascacielos por definición– en ciudades de Noruega y Canadá.

El edificio de Canadá, llamado Brock Commons –hay un vídeo de su construcción– tiene dos núcleos y una base de hormigón sobre los que se alzan otras 17 alturas en madera laminada de cinco capas.

Se ha calculado el ahorro en emisiones contaminantes en unas 2.400 toneladas de CO2, lo mismo que eliminar 500 automóviles de la ciudad durante un año.

En Japón aspiran a más todavía: la empresa Surimoto Forestry compartió hace poco su plan para la construcción del rascacielos de madera más alto del mundo: un titán de 350 metros de altura llamado simplemente W350, que con 70 plantas haría palidecer incluso a las torres del CTBA de Madrid. Aunque la estructura sería una combinación híbrida de acero y madera (en proporción 90% – 10%) las tiendas, habitaciones de hotel y viviendas tendrían un interior completamente de madera.

Su construcción está prevista para 2041 y tal y como está planificado requeriría 185.000 metros cúbicos de madera (el equivalente a la que se necesita para 8.000 viviendas unifamiliares), que iría laminada, comprimida y pegada en planchas más resistentes que el acero. “Es como una casita de madera, pero no la derribaría un lobo soplando”, dicen jocosamente sus arquitectos. La idea tras este tipo de edificios es devolver el carácter “vivo” a las ciudades, utilizar materiales locales, reforestando zonas cercanas y permitiendo además que a medida que pasen los años los materiales que se repongan se puedan reutilizar en otras construcciones –factores que muchas veces están siendo decisivos en los proyectos actuales con mentalidad más ecológica.

En el Proyecto Sidewalk de Google, una smart-city que quiere construir cerca de Toronto, los edificios tienen por definición que ser especialmente respetuosos con el medio ambiente, de modo que la madera –de la que precisamente no hay escasez en Canadá– ofrece buenas perspectivas, incluyendo un menor coste. Utilizando materiales de los bosques locales se reducen también las emisiones contaminantes propias del transporte de los materiales de construcción de un lugar a otro. Entre los objetivos del proyecto, aspectos tecnológicos aparte, está reducir la huella de carbono de toda su construcción en un 90%, una ambiciosa cifra.

Fuente: www. tendenciasinmobiliarias.es

Artículo de Álvaro Ibáñez (Alvy), Microsiervos

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¿Qué tiene la madera para ser tan atractiva para los edificios del futuro?

Cada vez hay más iniciativas de edificios –incluidos rascacielos– que utilizan como materia prima la madera, un material de construcción que aun siendo tan antiguo como la humanidad misma, todavía tiene algunas ventajas en el mundo moderno. 

Las nuevas técnicas de materiales son capaces de combinar la madera natural con aluminio y diversos tipos de fibras, proporcionándole tanta resistencia como el acero –y a prueba de incendios. Pero además de eso encaja con otras necesidades actuales.

Entre las peculiaridades que se suelen citar sobre la conveniencia de la madera, las principales son medioambientales: es un material sostenible, renovable y reciclable. Puede ser una buena opción cuando se trata de realizar un trabajo “con emisiones de carbón cero”, de modo que sea lo más neutral posible con el medio ambiente –en contraposición con otros materiales que suponen emisiones de CO2 al medio ambiente durante su procesamiento. Según un estudio de la universidad de Yale, los edificios así construidos podrían reducir la huella de carbono de la industria de la construcción por lo menos un 30 por ciento.

Si hace unos meses hablábamos por aquí del edificio de madera más alto de Barcelona, de cinco alturas –donde además la madera proporciona un buen ahorro energético– en otros lugares han ido más allá. En 2012, por ejemplo, se construía en Melbourne (Australia) un bloque residencial de 10 plantas, que en aquel momento era el más alto del mundo de este tipo. Le siguieron otros de 14 y 18 plantas –auténticos rascacielos por definición– en ciudades de Noruega y Canadá.

El edificio de Canadá, llamado Brock Commons –hay un vídeo de su construcción– tiene dos núcleos y una base de hormigón sobre los que se alzan otras 17 alturas en madera laminada de cinco capas.

Se ha calculado el ahorro en emisiones contaminantes en unas 2.400 toneladas de CO2, lo mismo que eliminar 500 automóviles de la ciudad durante un año.

En Japón aspiran a más todavía: la empresa Surimoto Forestry compartió hace poco su plan para la construcción del rascacielos de madera más alto del mundo: un titán de 350 metros de altura llamado simplemente W350, que con 70 plantas haría palidecer incluso a las torres del CTBA de Madrid. Aunque la estructura sería una combinación híbrida de acero y madera (en proporción 90% – 10%) las tiendas, habitaciones de hotel y viviendas tendrían un interior completamente de madera.

Su construcción está prevista para 2041 y tal y como está planificado requeriría 185.000 metros cúbicos de madera (el equivalente a la que se necesita para 8.000 viviendas unifamiliares), que iría laminada, comprimida y pegada en planchas más resistentes que el acero. “Es como una casita de madera, pero no la derribaría un lobo soplando”, dicen jocosamente sus arquitectos. La idea tras este tipo de edificios es devolver el carácter “vivo” a las ciudades, utilizar materiales locales, reforestando zonas cercanas y permitiendo además que a medida que pasen los años los materiales que se repongan se puedan reutilizar en otras construcciones –factores que muchas veces están siendo decisivos en los proyectos actuales con mentalidad más ecológica.

En el Proyecto Sidewalk de Google, una smart-city que quiere construir cerca de Toronto, los edificios tienen por definición que ser especialmente respetuosos con el medio ambiente, de modo que la madera –de la que precisamente no hay escasez en Canadá– ofrece buenas perspectivas, incluyendo un menor coste. Utilizando materiales de los bosques locales se reducen también las emisiones contaminantes propias del transporte de los materiales de construcción de un lugar a otro. Entre los objetivos del proyecto, aspectos tecnológicos aparte, está reducir la huella de carbono de toda su construcción en un 90%, una ambiciosa cifra.

Fuente: www. tendenciasinmobiliarias.es

Artículo de Álvaro Ibáñez (Alvy), Microsiervos

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