Huerta: conocé las tres medidas naturales que te ayudarán a lograr un suelo fértil

Las plantas necesitan ciertos recursos para desarrollarse  sanas y fuertes. Te contamos cómo hacer para que tus cultivos sean más sanos y la cosecha más generosa sin usar químicos.

Se acerca la primavera y es un buen momento para preparar el suelo de la huerta. Este conjunto de minerales, materia orgánica y organismos de diferentes tamaños requiere de ciertos cuidados de nuestra parte. Para garantizar su fertilidad, existen tres medidas naturales que podemos poner en práctica y que colaborarán con una cosecha de vegetales generosa y saludable. En un suelo fértil, las plantas tendrán a su disposición los recursos físicos y químicos que necesitan para para su desarrollo.Rotar, abonar y asociar especies son las tres claves para conseguirlo.


Rotar

Consiste en aprovechar las diferentes capacidades de las plantas para extraer nutrientes y la aptitud que tienen otras especies de mejorar y enriquecer el suelo. Cada verdura tiene necesidades específicas. Una planta que se coseche en un estadio temprano (como una lechuga) necesitará menos nutrientes que una planta que complete su ciclo de vida con la producción de frutos y semillas. Al rotar los cultivos, evitamos el agotamiento del suelo y prevenimos problemas sanitarios.

¿Cómo empezar a rotar los cultivos?

Si el suelo es rico, en el primer ciclo es conveniente cultivar las especies “exigentes” en nutrientes (tomate, berenjena, pimientos, zapallos). En el segundo ciclo, las “medianamente exigentes”(lechuga, espinaca, acelga, hinojo y apio) y finalmente las “poco exigentes”(cebolla, ajo, rabanito, nabo, papa). Posteriormente un ciclo de “recuperadoras” reabastecerá parte de los nutrientes perdidos (habas, arvejas, chauchas).

Si el suelo es pobre, será recomendable comenzar con la siembra de plantas “recuperadoras” para continuar el ciclo con las “exigentes”, luego con las “medianamente exigentes”, después las “poco exigentes” y de nuevo las “recuperadoras

También te puede interesar: Más colores para la salud y la vida


Abonar

Radica principalmente en incorporar al suelo de la huerta fertilizantes naturales y no de síntesis química. 

El compost  consiste en la descomposición controlada de los materiales orgánicos que tengamos a disposición agrupados en una pila o en un recipiente compostador. Estos materiales se humedecen y airean para inducir y acelerar su fermentación, a fin de transformarlos en una masa homogénea, oscura, de estructura grumosa, rica en humus y microorganismos.


Si la huerta está en un jardín, un fondo o un parque, los residuos orgánicos cotidianos se pueden reciclar en un compostador doméstico y paralelamente ir acumulando material, como hojas secas, pasto, estiércoles, durante determinado tiempo para luego construir en un momento determinado, una pila de compost.

¿Qué se puede compostar y qué no?

Residuos aptos: cáscaras de verduras y frutas (no cítricas, porque con sus aceites retrasan el proceso), té, café, mate, hojas, sustratos viejos de macetas, restos de plantas, pasto seco o recién cortado, estiércoles de aves o de herbívoros, cáscaras de huevo molidas y flores.

Residuos no aptos: piedras sanitarias de mascotas, cenizas con grasa, restos de comidas aceitosas, revistas con fotografías color, restos de carne

aceitosas, revistas con fotografías color, restos de carne.

¿Cuánto compost se aplica?

Las plantas muy exigentes como tomates, berenjenas o ajíes, requieren de 3 a 5 paladas llenas de compost por metro cuadrado. A las plantas poco exigentes como puerro, cebolla de verdeo, apio, rabanitos, una capa de 2 o 3 cm en toda la superficie del cantero. Las plantas medianamente exigentes (espinacas, acelgas, lechugas), necesitan una capa de 2 o 3 cm en toda la superficie del cantero.

Asociar

Significa cultivar juntas dos o más plantas con un fin particular. 


Algunas asociaciones benéficas:

Acelga con apio, lechuga y cebolla.

Ají con chaucha y copete.

Apio con remolacha, puerro y cebolla de verdeo.

Lechuga con remolacha, zanahoria, coliflor, repollo, pepinos, habas, cebolla, puerro, arvejas, rabanitos y caléndulas.

Tomate con ajo, albahaca, copete, cebolla, perejil y puerro.

Zapallos o zapallito con alabahaca, choclo, papa y taco de reina

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Huerta: conocé las tres medidas naturales que te ayudarán a lograr un suelo fértil

Las plantas necesitan ciertos recursos para desarrollarse  sanas y fuertes. Te contamos cómo hacer para que tus cultivos sean más sanos y la cosecha más generosa sin usar químicos.

Se acerca la primavera y es un buen momento para preparar el suelo de la huerta. Este conjunto de minerales, materia orgánica y organismos de diferentes tamaños requiere de ciertos cuidados de nuestra parte. Para garantizar su fertilidad, existen tres medidas naturales que podemos poner en práctica y que colaborarán con una cosecha de vegetales generosa y saludable. En un suelo fértil, las plantas tendrán a su disposición los recursos físicos y químicos que necesitan para para su desarrollo.Rotar, abonar y asociar especies son las tres claves para conseguirlo.


Rotar

Consiste en aprovechar las diferentes capacidades de las plantas para extraer nutrientes y la aptitud que tienen otras especies de mejorar y enriquecer el suelo. Cada verdura tiene necesidades específicas. Una planta que se coseche en un estadio temprano (como una lechuga) necesitará menos nutrientes que una planta que complete su ciclo de vida con la producción de frutos y semillas. Al rotar los cultivos, evitamos el agotamiento del suelo y prevenimos problemas sanitarios.

¿Cómo empezar a rotar los cultivos?

Si el suelo es rico, en el primer ciclo es conveniente cultivar las especies “exigentes” en nutrientes (tomate, berenjena, pimientos, zapallos). En el segundo ciclo, las “medianamente exigentes”(lechuga, espinaca, acelga, hinojo y apio) y finalmente las “poco exigentes”(cebolla, ajo, rabanito, nabo, papa). Posteriormente un ciclo de “recuperadoras” reabastecerá parte de los nutrientes perdidos (habas, arvejas, chauchas).

Si el suelo es pobre, será recomendable comenzar con la siembra de plantas “recuperadoras” para continuar el ciclo con las “exigentes”, luego con las “medianamente exigentes”, después las “poco exigentes” y de nuevo las “recuperadoras

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Radica principalmente en incorporar al suelo de la huerta fertilizantes naturales y no de síntesis química. 

El compost  consiste en la descomposición controlada de los materiales orgánicos que tengamos a disposición agrupados en una pila o en un recipiente compostador. Estos materiales se humedecen y airean para inducir y acelerar su fermentación, a fin de transformarlos en una masa homogénea, oscura, de estructura grumosa, rica en humus y microorganismos.


Si la huerta está en un jardín, un fondo o un parque, los residuos orgánicos cotidianos se pueden reciclar en un compostador doméstico y paralelamente ir acumulando material, como hojas secas, pasto, estiércoles, durante determinado tiempo para luego construir en un momento determinado, una pila de compost.

¿Qué se puede compostar y qué no?

Residuos aptos: cáscaras de verduras y frutas (no cítricas, porque con sus aceites retrasan el proceso), té, café, mate, hojas, sustratos viejos de macetas, restos de plantas, pasto seco o recién cortado, estiércoles de aves o de herbívoros, cáscaras de huevo molidas y flores.

Residuos no aptos: piedras sanitarias de mascotas, cenizas con grasa, restos de comidas aceitosas, revistas con fotografías color, restos de carne

aceitosas, revistas con fotografías color, restos de carne.

¿Cuánto compost se aplica?

Las plantas muy exigentes como tomates, berenjenas o ajíes, requieren de 3 a 5 paladas llenas de compost por metro cuadrado. A las plantas poco exigentes como puerro, cebolla de verdeo, apio, rabanitos, una capa de 2 o 3 cm en toda la superficie del cantero. Las plantas medianamente exigentes (espinacas, acelgas, lechugas), necesitan una capa de 2 o 3 cm en toda la superficie del cantero.

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Significa cultivar juntas dos o más plantas con un fin particular. 


Algunas asociaciones benéficas:

Acelga con apio, lechuga y cebolla.

Ají con chaucha y copete.

Apio con remolacha, puerro y cebolla de verdeo.

Lechuga con remolacha, zanahoria, coliflor, repollo, pepinos, habas, cebolla, puerro, arvejas, rabanitos y caléndulas.

Tomate con ajo, albahaca, copete, cebolla, perejil y puerro.

Zapallos o zapallito con alabahaca, choclo, papa y taco de reina

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