Punta Gorda

La historia del barrio se remonta a comienzos del siglo XX. En sus orígenes, la costa de Punta Gorda fue zona saladeril y de embarque de piedras hacia Buenos Aires, quedando como testigos -apenas perceptibles- ciertos restos de aquel muelle, al pie de la Plaza Virgilio, en la vertiente que mira hacia Malvín.

Entre 1909 y 1915, los primeros pobladores  se situaron cercanos al almacén de Mendizábal, parada casi obligatoria para quienes, por el camino Aldea –actual Avenida Italia- y por el camino a las Quintas de los Ferreira -actual Avenida Bolivia-, procuraban internarse en los inmensos médanos de arena, por entonces dominantes en el terreno. Ya cercano a la playa y debajo de las barrancas se encontraba el Molino de Pérez, que funcionó hasta 1895 como industria de acotado alcance regional, siendo destruido por efecto de las grandes lluvias de ese año. A partir de ese accidente el edificio del molino fue cumpliendo otras funciones aunque en el recuerdo quedó atado a la historia del arte pues fue atelier de artistas como Pedro Figari y Alceu Ribeiro. En 1956 se crea el Parque Baroffio y se dispone su restauración con nuevo destino a biblioteca. Su rueda de cangilones, para entonces destruida, se reconstruye siguiendo el  modelo de otra  todavía existente en un molino ubicado en la zona del Abra del Perdomo, en el departamento de Maldonado.

Las intensas lluvias también se encargaron de “hacerle difícil” la vida a algún ciudadano o turista de fin de semana, que en el cruce con la actual Caramurú dejó su coche empantanado. Punta Gorda era, en la primera mitad del siglo XX, un gran monte cubierto de eucaliptus, pinos, álamos y pequeñas lagunas de agua pura ubicadas en forma cercana al centro del actual barrio: General Paz y Caramurú. A partir de 1920 comenzaron a llegar las primeras familias, que construyeron sus ranchos de madera para pasar los fines de semana en este oasis forestado, con atractivas lagunas naturales.

La real y verdadera expansión urbanística del barrio comenzó a efectuarse en la década del 50. Un ejemplo significativo es la vivienda construida por el reconocido ingeniero uruguayo Eladio Dieste para su numerosa familia. A escasos metros de esta vivienda se encuentra otro hito de Punta Gorda, la Plaza de la Armada o Plaza Virgilio. La misma tiene características más propias de un parque que de plaza, siendo sus límites muros bajos, fajas de árboles o barrancos. Allí es posible ubicar la significativa – y algo enigmática- escultura realizada por el artista hispano-uruguayo Eduardo Díaz Yepes. La situación privilegiada de esta plaza, hace de ella un paseo tranquilo y con cualidades paisajísticas únicas.

Parques, viviendas y rambla conforman un tranquilo y saludable espacio para recorrer y disfrutar de la naturaleza y vistas urbanas.

 

 

 

Fuente: BMR Productora Cultural

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Punta Gorda

La historia del barrio se remonta a comienzos del siglo XX. En sus orígenes, la costa de Punta Gorda fue zona saladeril y de embarque de piedras hacia Buenos Aires, quedando como testigos -apenas perceptibles- ciertos restos de aquel muelle, al pie de la Plaza Virgilio, en la vertiente que mira hacia Malvín.

Entre 1909 y 1915, los primeros pobladores  se situaron cercanos al almacén de Mendizábal, parada casi obligatoria para quienes, por el camino Aldea –actual Avenida Italia- y por el camino a las Quintas de los Ferreira -actual Avenida Bolivia-, procuraban internarse en los inmensos médanos de arena, por entonces dominantes en el terreno. Ya cercano a la playa y debajo de las barrancas se encontraba el Molino de Pérez, que funcionó hasta 1895 como industria de acotado alcance regional, siendo destruido por efecto de las grandes lluvias de ese año. A partir de ese accidente el edificio del molino fue cumpliendo otras funciones aunque en el recuerdo quedó atado a la historia del arte pues fue atelier de artistas como Pedro Figari y Alceu Ribeiro. En 1956 se crea el Parque Baroffio y se dispone su restauración con nuevo destino a biblioteca. Su rueda de cangilones, para entonces destruida, se reconstruye siguiendo el  modelo de otra  todavía existente en un molino ubicado en la zona del Abra del Perdomo, en el departamento de Maldonado.

Las intensas lluvias también se encargaron de “hacerle difícil” la vida a algún ciudadano o turista de fin de semana, que en el cruce con la actual Caramurú dejó su coche empantanado. Punta Gorda era, en la primera mitad del siglo XX, un gran monte cubierto de eucaliptus, pinos, álamos y pequeñas lagunas de agua pura ubicadas en forma cercana al centro del actual barrio: General Paz y Caramurú. A partir de 1920 comenzaron a llegar las primeras familias, que construyeron sus ranchos de madera para pasar los fines de semana en este oasis forestado, con atractivas lagunas naturales.

La real y verdadera expansión urbanística del barrio comenzó a efectuarse en la década del 50. Un ejemplo significativo es la vivienda construida por el reconocido ingeniero uruguayo Eladio Dieste para su numerosa familia. A escasos metros de esta vivienda se encuentra otro hito de Punta Gorda, la Plaza de la Armada o Plaza Virgilio. La misma tiene características más propias de un parque que de plaza, siendo sus límites muros bajos, fajas de árboles o barrancos. Allí es posible ubicar la significativa – y algo enigmática- escultura realizada por el artista hispano-uruguayo Eduardo Díaz Yepes. La situación privilegiada de esta plaza, hace de ella un paseo tranquilo y con cualidades paisajísticas únicas.

Parques, viviendas y rambla conforman un tranquilo y saludable espacio para recorrer y disfrutar de la naturaleza y vistas urbanas.

 

 

 

Fuente: BMR Productora Cultural

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