Julio Villamide

Se nos fue al cielo Julio Villamide. Asesor de APPCU desde prácticamente los inicios de la gremial, habíamos forjado con él no solamente una relación profesional, sino empática, de amistad fecunda.

Recuerdo haber escrito algo similar, cuando falleció mi entrañable amigo Carlitos Feder, ex presidente de APPCU, en el año 2000.

Decía sobre Carlitos en aquella oportunidad: “Pese al dolor, escribo estas líneas que intentan transmitir lo que de él pensábamos. Infeliz cometido el mío, no sólo  porque me cuesta sobreponerme a la melancolía de la separación definitiva, sino porque debo despedir a un hombre a quien consideré un afectuoso y leal amigo”. Estas mismas palabras se aplican para Julio.

A Julio no le conocimos nunca un gesto de intolerancia, de crispación o de mezquindad. Siempre supo que en su metier debía lidiar con intrigantes, poco formados y hasta mal intencionados.  Pero él sabía que el mundo es una mezcla de verdades y errores, de egoísmos y de entregas y que sin comprensión, se transforma la existencia en una agria mueca de incertidumbre y desazón. Y vaya que era un hombre comprensivo a quien  jamás oí hablar mal de algún colega, tanto sea en el ramo inmobiliario como de consultoría.

Era un profesional íntegro. Estudioso, preocupado y ocupado por los temas inmobiliarios. Si sabía, lo decía (generoso para compartir sus conocimientos) , en caso contrario, respondía sin ambages respecto a su ignorancia.

Jamás presumió de su conocimiento, no le vi nunca un gesto de arrogancia, era de perfil bajo, sabía escuchar y opinaba, cuando se le requería que  lo hiciera.

Orador prestigioso, sus charlas eran además de eruditas, esclarecedoras del panorama inmobiliario. Además supo exponer en varios rincones del mundo, donde siempre era convocado.

Siempre actuó con mesura y responsabilidad. Firme en sus planteos y convicciones y además con ética, lo que lo hacía creíble, convincente, honesto. En esta línea virtuosa, sabía reconocer sus errores.

Fue junto a APPCU y como asesor nuestro, actor fundamental del nacimiento de la ley de Vivienda de Interés Social y ahora, recientemente, la Intendencia de Montevideo le encargó a APPCU un plan para “poblar” la zona del Mercado Modelo una vez que éste se traslade, y la gremial con el asesoramiento de Julio, redactó un documento que mereció el elogio de nuestro mandante.

Pero si su profesionalismo lleva muchas preseas, el mismo empalidece ante lo que era su señorío, su hombría de bien, su integridad.

Era un hombre conciliador, siempre se avenía  a componer cuando las circunstancias lo requerían.

La patria no le exige a ningún hombre que no cometa errores, sobre todo si ese hombre lleva en su espíritu la llamarada de la sinceridad. La patria sólo exige de sus hijos honradez, altruismo, lealtad, pureza de miras. Vaya que Julio cumplió con la patria.

Su querida hija María, hará honor al legado que Julio le ha dejado.  Y hará honor porque compartía los mismos valores que su progenitor ( y de su mamá, la querida Mary), además de poseer el talento y la capacidad para llevar adelante tan prestigiosa consultora.

Dejo para el final, lo que era la alegría de Julio: su nieta Bianca, pequeñita. En lo personal, lo instaba a hablar de ella y él soltaba la carcajada y me contaba un sinfín de anécdotas que le alegraban la vida y le endulzaban el corazón.

No tengo duda lo que Bianca extrañará a su abuelo; pero también sé que cuando más grandecita escuche los relatos de Julio, sentirá tremendo orgullo de aquel abuelo que se ponía en cuatro patas para jugar con la  pequeña o divertirse jugando a las escondidas, para culminar en un cálido abrazo entre abuelo y nieta.

Salud Julito, te vamos a extrañar mucho, es tu mérito, te extrañará el sector inmobiliario todo al que le dedicaste tu vida, se extrañará tu idoneidad reconocida y sobre todo y como fue dicho, tu don de gente, tu calidez humana, tu corazón sensible.

Finalmente, cuando un hombre ha ganado el alma de la grey inmobiliaria (pero se adapta al rubro que sea) por sus servicios eminentes, la multitud le discierne el premio con un lenguaje superior a todas las retóricas. Sencillamente, lo toma en sus brazos y lo levanta por encima de todas las cabezas.  En el día de tu sepelio, virtualmente eso hicimos, querido Julio.

Aníbal Durán

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Julio Villamide

Se nos fue al cielo Julio Villamide. Asesor de APPCU desde prácticamente los inicios de la gremial, habíamos forjado con él no solamente una relación profesional, sino empática, de amistad fecunda.

Recuerdo haber escrito algo similar, cuando falleció mi entrañable amigo Carlitos Feder, ex presidente de APPCU, en el año 2000.

Decía sobre Carlitos en aquella oportunidad: “Pese al dolor, escribo estas líneas que intentan transmitir lo que de él pensábamos. Infeliz cometido el mío, no sólo  porque me cuesta sobreponerme a la melancolía de la separación definitiva, sino porque debo despedir a un hombre a quien consideré un afectuoso y leal amigo”. Estas mismas palabras se aplican para Julio.

A Julio no le conocimos nunca un gesto de intolerancia, de crispación o de mezquindad. Siempre supo que en su metier debía lidiar con intrigantes, poco formados y hasta mal intencionados.  Pero él sabía que el mundo es una mezcla de verdades y errores, de egoísmos y de entregas y que sin comprensión, se transforma la existencia en una agria mueca de incertidumbre y desazón. Y vaya que era un hombre comprensivo a quien  jamás oí hablar mal de algún colega, tanto sea en el ramo inmobiliario como de consultoría.

Era un profesional íntegro. Estudioso, preocupado y ocupado por los temas inmobiliarios. Si sabía, lo decía (generoso para compartir sus conocimientos) , en caso contrario, respondía sin ambages respecto a su ignorancia.

Jamás presumió de su conocimiento, no le vi nunca un gesto de arrogancia, era de perfil bajo, sabía escuchar y opinaba, cuando se le requería que  lo hiciera.

Orador prestigioso, sus charlas eran además de eruditas, esclarecedoras del panorama inmobiliario. Además supo exponer en varios rincones del mundo, donde siempre era convocado.

Siempre actuó con mesura y responsabilidad. Firme en sus planteos y convicciones y además con ética, lo que lo hacía creíble, convincente, honesto. En esta línea virtuosa, sabía reconocer sus errores.

Fue junto a APPCU y como asesor nuestro, actor fundamental del nacimiento de la ley de Vivienda de Interés Social y ahora, recientemente, la Intendencia de Montevideo le encargó a APPCU un plan para “poblar” la zona del Mercado Modelo una vez que éste se traslade, y la gremial con el asesoramiento de Julio, redactó un documento que mereció el elogio de nuestro mandante.

Pero si su profesionalismo lleva muchas preseas, el mismo empalidece ante lo que era su señorío, su hombría de bien, su integridad.

Era un hombre conciliador, siempre se avenía  a componer cuando las circunstancias lo requerían.

La patria no le exige a ningún hombre que no cometa errores, sobre todo si ese hombre lleva en su espíritu la llamarada de la sinceridad. La patria sólo exige de sus hijos honradez, altruismo, lealtad, pureza de miras. Vaya que Julio cumplió con la patria.

Su querida hija María, hará honor al legado que Julio le ha dejado.  Y hará honor porque compartía los mismos valores que su progenitor ( y de su mamá, la querida Mary), además de poseer el talento y la capacidad para llevar adelante tan prestigiosa consultora.

Dejo para el final, lo que era la alegría de Julio: su nieta Bianca, pequeñita. En lo personal, lo instaba a hablar de ella y él soltaba la carcajada y me contaba un sinfín de anécdotas que le alegraban la vida y le endulzaban el corazón.

No tengo duda lo que Bianca extrañará a su abuelo; pero también sé que cuando más grandecita escuche los relatos de Julio, sentirá tremendo orgullo de aquel abuelo que se ponía en cuatro patas para jugar con la  pequeña o divertirse jugando a las escondidas, para culminar en un cálido abrazo entre abuelo y nieta.

Salud Julito, te vamos a extrañar mucho, es tu mérito, te extrañará el sector inmobiliario todo al que le dedicaste tu vida, se extrañará tu idoneidad reconocida y sobre todo y como fue dicho, tu don de gente, tu calidez humana, tu corazón sensible.

Finalmente, cuando un hombre ha ganado el alma de la grey inmobiliaria (pero se adapta al rubro que sea) por sus servicios eminentes, la multitud le discierne el premio con un lenguaje superior a todas las retóricas. Sencillamente, lo toma en sus brazos y lo levanta por encima de todas las cabezas.  En el día de tu sepelio, virtualmente eso hicimos, querido Julio.

Aníbal Durán

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