100 años de derrotero con honor

La Cámara de la Construcción del Uruguay (CCU), estará cumpliendo el próximo 25 de junio  un siglo de vida. En su inicio, se llamó Centro de Empresarios de Obras para a partir de octubre de 1930, asumir su actual nominación.

No voy a recorrer en este breve pantallazo lo que fue su rica historia. Se está por editar un libro en conmemoración de esta magna fecha, que se ocupa de lo que ha sido el devenir de tantos acontecimientos, de tantos protagonismos, de tanto predicamento en la industria de la construcción y en la vida empresarial del país.

No les tocó a los fundadores de la CCU, palpar los resultados, constatar este magnífico logro. El tiempo completa, define y perfecciona lo que empieza el espíritu. ¿Pero eso qué importa? No se concluye  sino lo que se empieza y para eso es necesario empezar alguna vez: sin la semilla nadie puede pensar en el fruto y noventa veces en cien, el que planta el roble, no logra descansar a su sombra.

La CCU ha permitido a sus asociados la ocasión de estrecharse la mano, de mirarse a los ojos, de sonreír juntos, de contarse las menudas incidencias de la vida, de conocerse mejor, para no dejar de reconocerse en el ejercicio de un oficio duro, de esfuerzo, con cotidianos frentes de lucha que es necesario aceptar y combatir, con la dignidad que siempre es menester.

Los hombres necesitan congregarse y anudar sus voluntades, en el taller, en el campo de batalla, en el templo, en la academia, en el gimnasio, en el hogar, para trabajar, para fortalecerse, para pensar. La soledad no se aviene con su naturaleza, el aislamiento con su destino y la disciplina incompleta es un comienzo de soledad y un esbozo de aislamiento.

Cuando los hombres se ven y no se reconocen, se hablan y no se comprenden, se necesitan y no se ayudan, se esfuerzan y no unen sus esfuerzos, están solos, definitiva  o momentáneamente solos, aunque respiren el mismo aire, labren el mismo pedazo de tierra, los cubra el mismo cielo y los proteja el mismo techo.

De allí que la CCU los ha agrupado para tener un norte común, para sumar voluntades en pos de objetivos que pertenecen a todos, para lograr el éxito que será un éxito compartido por provenir de una mancomunión de ideas y premisas que nacieron de una virtuosa idea, hace 100 años.

La Cámara es protagonista principal en nuestra industria de la construcción. Sus opiniones son oídas y respetadas. Es una agremiación totalmente vigente, que lejos de aferrarse a un statu quo inerte, innova permanentemente en búsqueda de la excelencia en el sector y además con la virtud incontrastable de compartir con las gremiales amigas, los logros que va obteniendo.

Actúa con total conciencia de estar insertos en un gremio y en consonancia con las demás gremiales patronales, va discurriendo su pensamiento y accionar, haciendo causa común en la mayoría de los temas que nos son inherentes.

Los Consejos de Salarios han sido testigo de esta comunión de ideas, buscando muchas veces la transacción que es concederse recíprocas concesiones, con sus pares.

Cuando APPCU nació a la vida institucional, hace casi 30 años, siempre encontró el respaldo tanto de la Cámara como de la Liga de la Construcción, con actitud comprensiva primero (entendiendo el porqué de dicha fundación) y con una actitud de colaboración después, comenzando a trabajar sin tontos protagonismos en pos de nuestro común sector.

Y esta actitud de madurez y responsabilidad, ha continuado hasta el presente. Por supuesto han sucedido altibajos y rispideces, intercambios de opinión y hasta posturas disímiles, pero siempre se han dirimido en el marco del respeto recíproco y la apertura mental, imprescindibles para transitar un camino de unidad y conquistas para el sector.

Sin duda la CCU seguirá el camino del virtuosismo. Vaya que tiene consejeros en su dirección que saben conducir un exitoso barco, que sorteó y sorteará tormentas y granizadas, pero con talento y sentido común, siempre habrá un puerto ameno en donde atracar.

Coincidentemente soy amigo de su actual Presidente, un señor en toda su magnitud y en él, al Ing Diego O´ Neill me refiero, va en nombre de APPCU hacia la CCU, el testimonio de gratitud, de confraternidad y de salutación por este recorrido tan prodigioso en beneficio, no solo del gremio y del sector, sino también, del país.

Salud Cámara de la Construcción del Uruguay!!!

Aníbal Durán

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100 años de derrotero con honor

La Cámara de la Construcción del Uruguay (CCU), estará cumpliendo el próximo 25 de junio  un siglo de vida. En su inicio, se llamó Centro de Empresarios de Obras para a partir de octubre de 1930, asumir su actual nominación.

No voy a recorrer en este breve pantallazo lo que fue su rica historia. Se está por editar un libro en conmemoración de esta magna fecha, que se ocupa de lo que ha sido el devenir de tantos acontecimientos, de tantos protagonismos, de tanto predicamento en la industria de la construcción y en la vida empresarial del país.

No les tocó a los fundadores de la CCU, palpar los resultados, constatar este magnífico logro. El tiempo completa, define y perfecciona lo que empieza el espíritu. ¿Pero eso qué importa? No se concluye  sino lo que se empieza y para eso es necesario empezar alguna vez: sin la semilla nadie puede pensar en el fruto y noventa veces en cien, el que planta el roble, no logra descansar a su sombra.

La CCU ha permitido a sus asociados la ocasión de estrecharse la mano, de mirarse a los ojos, de sonreír juntos, de contarse las menudas incidencias de la vida, de conocerse mejor, para no dejar de reconocerse en el ejercicio de un oficio duro, de esfuerzo, con cotidianos frentes de lucha que es necesario aceptar y combatir, con la dignidad que siempre es menester.

Los hombres necesitan congregarse y anudar sus voluntades, en el taller, en el campo de batalla, en el templo, en la academia, en el gimnasio, en el hogar, para trabajar, para fortalecerse, para pensar. La soledad no se aviene con su naturaleza, el aislamiento con su destino y la disciplina incompleta es un comienzo de soledad y un esbozo de aislamiento.

Cuando los hombres se ven y no se reconocen, se hablan y no se comprenden, se necesitan y no se ayudan, se esfuerzan y no unen sus esfuerzos, están solos, definitiva  o momentáneamente solos, aunque respiren el mismo aire, labren el mismo pedazo de tierra, los cubra el mismo cielo y los proteja el mismo techo.

De allí que la CCU los ha agrupado para tener un norte común, para sumar voluntades en pos de objetivos que pertenecen a todos, para lograr el éxito que será un éxito compartido por provenir de una mancomunión de ideas y premisas que nacieron de una virtuosa idea, hace 100 años.

La Cámara es protagonista principal en nuestra industria de la construcción. Sus opiniones son oídas y respetadas. Es una agremiación totalmente vigente, que lejos de aferrarse a un statu quo inerte, innova permanentemente en búsqueda de la excelencia en el sector y además con la virtud incontrastable de compartir con las gremiales amigas, los logros que va obteniendo.

Actúa con total conciencia de estar insertos en un gremio y en consonancia con las demás gremiales patronales, va discurriendo su pensamiento y accionar, haciendo causa común en la mayoría de los temas que nos son inherentes.

Los Consejos de Salarios han sido testigo de esta comunión de ideas, buscando muchas veces la transacción que es concederse recíprocas concesiones, con sus pares.

Cuando APPCU nació a la vida institucional, hace casi 30 años, siempre encontró el respaldo tanto de la Cámara como de la Liga de la Construcción, con actitud comprensiva primero (entendiendo el porqué de dicha fundación) y con una actitud de colaboración después, comenzando a trabajar sin tontos protagonismos en pos de nuestro común sector.

Y esta actitud de madurez y responsabilidad, ha continuado hasta el presente. Por supuesto han sucedido altibajos y rispideces, intercambios de opinión y hasta posturas disímiles, pero siempre se han dirimido en el marco del respeto recíproco y la apertura mental, imprescindibles para transitar un camino de unidad y conquistas para el sector.

Sin duda la CCU seguirá el camino del virtuosismo. Vaya que tiene consejeros en su dirección que saben conducir un exitoso barco, que sorteó y sorteará tormentas y granizadas, pero con talento y sentido común, siempre habrá un puerto ameno en donde atracar.

Coincidentemente soy amigo de su actual Presidente, un señor en toda su magnitud y en él, al Ing Diego O´ Neill me refiero, va en nombre de APPCU hacia la CCU, el testimonio de gratitud, de confraternidad y de salutación por este recorrido tan prodigioso en beneficio, no solo del gremio y del sector, sino también, del país.

Salud Cámara de la Construcción del Uruguay!!!

Aníbal Durán

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